Info sobre Ibiza

IBIZA

La ciudad de Ibiza, “Eivissa” en catalán, es una de las más antiguas de Europa. Fundada en el 654 a.C., creció hasta ser una importante ciudad fortificada y con el tiempo se convirtió en la capital de las islas Pitiusas (islas de pinos), Ibiza y Formentera. Hoy en día viven más de 40.000 personas en Eivissa, lo que supone un tercio de la población de la isla. La ciudad antigua, Dalt Vila, se asienta firmemente por encima de los tejados de Eivissa, única, protegida de ataques piratas por siete baluartes, inexpugnable y aún hoy el alma de la ciudad. En el punto más alto se alza la catedral, iluminada por la noche y visible desde muy lejos. La fortificación fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. Los antiguos muros rodean un laberinto de casas y callejuelas estrechas y serpenteantes, aún hoy un pequeño pueblo en medio de una ciudad. Unas 700 personas viven aquí su vida mediterránea: ropa tendida, parloteo de mujeres, juegos infantiles y por todos los rincones ese jugueteo único de luces y sombras. Cada año tiene lugar la Feria Medieval y el Festival de Jazz con este hermoso telón de fondo. Los ávidos por la cultura pueden disfrutar del Museo Arqueológico o del Museo de Arte Contemporáneo. Desde 1938 Eivissa es gobernada de nuevo desde el fuerte, ya que el Ayuntamiento se encuentra dentro de este barrio medieval. Hubo un tiempo en que la gente vivía únicamente dentro de las fortificaciones, hasta que las casitas blancas aparecieron más allá de las murallas y formaron la ciudad antigua de hoy, con su aire romántico. A los pies de la entrada principal a Dalt Vila se encuentra el encantador Mercado Viejo, un mercado ibicenco de verduras rodeado por cafés y bonitas tiendas. La zona del puerto, La Marina, late con las corrientes de turistas y por la noche con la marcha de las fiestas. Por toda la zona tiendas, puestos de souvenirs y restaurantes atraen a los visitantes. La gente se sienta en las terrazas, fascinada por las bellezas nocturnas que pasean. Lo travestido y lo chic se mezcla en excéntricas comparsas que presentan las famosas discotecas de Ibiza. El Paseo Vara de Rey supone una atractiva frontera entre el barrio histórico y el moderno distrito de Eixample. Muy cerca de toda esta actividad, en Puig des Molins, se descubrió una necrópolis enterrada, un enorme cementerio de la antigüedad que contiene unas 4.000 tumbas. Es la excavación más importante de la isla. Enfrente de la ciudad antigua centellea el puerto de recreo de Marina Botafoch. Unos 450 yates se balancean en el agua frente a boutiques de marca y restaurantes para gourmets. Son posiciones privilegiadas con unas vistas espectaculares, especialmente cuando hay los fuegos artificiales durante las festividades. Un pequeño ferry une el paseo marítimo con sus puertos deportivos Marina Botafoch y Marina Ibiza con el puerto viejo de Ibiza ciudad, al pie de Dalt Vila. En el exclusivo barrio detrás de Marina Botafoch se puede visitar la legendaria discoteca Pacha y el Casino de Ibiza, que está ubicado en el Ibiza Gran Hotel. A las afueras de Ibiza las playas urbanas son muy agradables, Figueretes al suroeste y la más tranquila Talamanca en el noreste.

SANT JOSEP

Sant Josep es el municipio más grande de Ibiza, lleno de perfiles diferentes y de naturaleza impresionante. Son muchos los mitos y leyendas en torno a Es Vedrà, la roca gigantesca al Suroeste de la isla que se eleva 385 metros sobre el mar. Hay excursiones en barco que se acercan todo lo posible a las empinadas paredes, que devuelven el eco de las llamadas de los pájaros. Vista desde Cala d’Hort, Es Vedrà parece aún más espectacular y abrumadora. Aquí, encima de la bahía, se encuentra la Torre del Pirata, Es Savinar, construida en el siglo XVIII para avisar de la cercanía de piratas. Ses Païses de Cala d’Hort, la excavación arqueológica de un asentamiento Púnico-Romano, también es de importancia histórica. Las primeras piedras fueron depositadas en el siglo V antes de Cristo. Desde Cap des Jueu hay caminos que llevan hasta Sa Pedrera (Atlantis), extrañas formaciones rocosas que dan la impresión de ser paredes semihundidas. Sin embargo, se trata de cortes hechos en la roca para sacar grandes bloques, seguramente para construir la fortaleza de Eivissa. Es más fácil llegar hasta allí en barco desde Las Salinas o Sant Antoni. Siguiendo la costa hacia el Norte se pueden encontrar bellas calas, desarrolladas por el turismo pero aún encantadoras: Cala Vadella con sus pintorescas casetas de pescadores, Cala Tarida con su larga y hermosa playa, escarpada y de aguas cristalinas. Poco antes de Sant Antoni, Cala Compte y Cala Bassa son playas muy populares. ¿Y qué tal un paseo por el monte? El pueblo de Sant Josep de Sa Talaia se asienta al pie de la elevación más alta de la isla, la cumbre de Sa Talaia, que mide 475 metros. Un paseo con vistas impresionantes. Los indicadores arrancan desde Sant Josep, que también merece la pena visitar, sobre todo la plaza del pueblo con su hermosa iglesia fortificada. La Ibiza ancestral se despierta en Sant Agustí des Vedrà: muros azotados por el clima, magníficas fincas, tabernas y galerías se aglutinan sobre una colina. El pueblo más antiguo de la isla, o al menos eso dicen. También merece la pena un viaje a Es Cubells: desde aquí se puede ver un amplio panorama de mar y costa rocosa, con pequeñas tabernas escondidas llenas de encanto. Más hacia el Este está Cala Jondal, donde muchos yates descansan, en parte por los exclusivos restaurantes de la playa. Aquellos que buscan paz y silencio adoran los rojos acantilados de la bahía de Sa Caleta. Este fue el hogar del primer asentamiento fenicio. El Poblado Fenicio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, aún muestra restos de los muros. En el punto más sureño de Ibiza, las lagunas salineras centellean mientras flamencos rosas tuercen sus delicados cuellos. Ses Salines es una reserva natural, y fuente de ingresos a la vez. La sal es símbolo de riqueza, aún hoy. Esto se demuestra en la Playa de ses Salines, frecuentada por ricos y famosos. Se puede descansar en los bares entre las dunas y observar a la gente. A su lado, e igualmente bella, está Es Cavallet con su zona nudista. Se puede encontrar mucha acción y fiesta en la cercana Playa d’en Bossa, el área turística más grande y nueva de Ibiza.

SANT ANTONI

Fueron los romanos quienes descubrieron la bahía de Sant Antoni, la más profunda incisión en la costa ibicenca, que ofrece amplias vistas hacia el mar Mediterráneo occidental. Lo llamaron “Port Magnus”, gran puerto, hecho que aún perdura en el sobrenombre “de Portmany”. Hoy en día hoteles y atracciones turísticas bordean la costa todo a lo largo de un paseo. Hacia el Sur se encuentran las playas urbanas Arenal y Es Pouet. En la Punta des Molí se alza un molino restaurado que se ha convertido en centro cultural y museo. En la zona norte de la bahía se ha establecido firmemente un lugar de encuentro: la gente se congrega en la Punta de ses Variades, en bares ya famosos como el Café del Mar, para admirar las más bellas puestas de sol de la isla. Más alejadas de la ciudad se esconden románticas bahías rocosas, y el pequeño Aquarium Cap Blanc, conocido como “la cueva de las langostas”. En el pasado los pescadores almacenaban sus trofeos allí. Ahora este acuario natural encandila al visitante con espectáculos de luz y música clásica. Quien busque el “Huevo de Colón” lo encontrará en Sant Antoni: en la rotonda de la entrada principal. Es un emblema de la ciudad en cuyo centro hueco se asienta un modelo de la carabela “Santa María”. El monumento fue erigido en 1992 para conmemorar las celebraciones del 500 aniversario del descubrimiento de Las Américas. Justo detrás está la Plaça de ses Fonts, un agradable lugar donde pasear, con palmeras, fuentes y bares con terraza. Hacia la derecha se llega hasta el centro histórico de la ciudad, donde las calles peatonales llevan hacia una antigua iglesia fortificada. Los amantes de la noche aprecian el muy británico West -End, donde los bares y discotecas se suceden, llenando las calles de luces y ritmos. Detrás de Sant Antoni, en dirección a Santa Agnès, una señal indica la Cova Santa Agnès. Aquí se halló una capilla subterránea –para rituales precristianos– con reliquias púnicas, romanas y árabes. Otra cueva, bien escondida, se encuentra en Cala Salada: la Cova de ses Fontanelles, donde hay pinturas rupestres. No está confirmado, pero podrían ser trazos de cazadores prehistóricos o de torres de vigilancia cartaginesas. Más hacia el norte nos adentramos en la Ibiza auténtica, encantadores pueblos rodeados por una impresionante naturaleza. En febrero, Santa Agnès de Corona es un mar de almendros en flor. A caminantes y ciclistas les encanta pasear por Sant Mateu. Saliendo de Sant Antoni hacia el sur (hacia Eivissa), se llega al pueblo ceramista, Sant Rafel. Fue nombrado “área de interés cultural” por el Consell, con razón ya que la cerámica producida aquí se suma a los más bonitos souvenirs de Ibiza. •

SANT JOAN

Escarpados acantilados, profundas y azules aguas, frondosos bosques de pinos, los paisajes que definen el municipio de Sant Joan son salvajes y románticos. Tras una pequeña cadena montañosa se oculta el pueblo vacacional de Portinatx. Las costas rocosas flanquean el puerto natural, un faro se alza negro y blanco sobre el mar y pequeñas terrazas de restaurantes proporcionan encantadoras vistas a la bahía. Desde Portinatx una preciosa carretera secundaria serpentea a través de la Serra de la Mala Costa, paraíso de los senderistas, con frecuentes vistas panorámicas del norte de la isla. Por aquí se llega a Sant Joan de Labritja, un lugar que desprende el encanto de un pueblo de montaña, anidado entre colinas y terrazas agrícolas, con una iglesia hecha de piedra natural entre jardines. La carretera continúa con sus curvas aún más impresionantes hacia Cala de Sant Vicent. Aquí la playa está bordeada de acantilados escarpados, mientras la isla Tagomago –destino para excursiones en barco– se asienta sobre el horizonte. Sobre la bahía se encuentra la Cova des Culleram, misteriosa y sombreada, un lugar de culto donde los cartagineses adoraban a su diosa Tanit. A lo largo de la costa hacia el Sur se suceden playas de arena oscura con sus propios encantos: las pequeñas cuevas de S’Aigua Blanca acogen a los nudistas mientras Es Figueral recibe a los turistas más convencionales. La carretera de Sant Joan a Eivissa, o “Ruta para Gourmets” es famosa por sus delicias culinarias. Acogedoras tabernas sirven guisos caseros ibicencos y comodidad a los amantes de la buena vida. El interior de la isla fascina por otros motivos. Aún se practica la agricultura de forma tradicional, y a menudo se ve a la gente del campo con sus vestidos típicos de otros tiempos. En medio de los campos de tierra roja se encuentra Sant Llorenç de Balàfia. La plaza elevada de la iglesia permite una vista magnífica sobre el idílico mundo rural, donde destacan edificios blancos y tres torres de piedra. Pertenecen a Balafia, un pueblo fortificado del siglo XVI, hoy en día en manos privadas. El nombre es de origen árabe: Balafia significa “que hay agua”. Los campos de naranjos y limoneros bordean la carretera hasta Sant Miquel de Balansat. Por encima de las luminosas fachadas se alza la joya del pueblo: la iglesia fortificada, donde a menudo se practica el baile payés. Quienes buscan el sol han de visitar el Port de Sant Miquel, mientras para los interesados en la cultura está la Cova de Can Marçà. Dicen que esta cueva, labrada por las corrientes y cascadas de agua, tiene unos 100.000 años. Se ofrecen visitas guiadas acompañadas de luces y música de forma regular. La vista desde la terraza de la cueva a la isla Murada con sus aguas turquesas es espectacular. La cercana Cala Benirràs, donde “el dedo de Dios” se alza sobre las olas y los veleros bailan sobre el agua es un maravilloso lugar desde donde ver la puesta de sol. Los domingos, gente que toca los tambores y que hace malabares con fuego se reúne aquí, mientras los jóvenes bailan a la luz del atardecer y celebran la magia de Ibiza. Una isla que es punto de encuentro de mentes afines. •

SANTA EULÀRIA

Santa Eulária recibe a quien la visita con encanto, gracias a la pintoresca entrada al pueblo, pasando la iglesia en la colina llamada Puig de Missa y el pequeño puente romano. Este Viaducto Romano cruza el Riu de Santa Eulària, el único río de las islas Pitiusas. El río fluyó hasta el siglo XX, trayendo riqueza a los árabes, que utilizaron esta valiosa fuente para desviar el agua por sistemas de riego hacia los campos, permitiendo la agricultura a gran escala. Hoy en día este coqueto pueblo costero tiene un hermoso paseo marítimo, que permite caminar entre flores y palmeras hasta el puerto de recreo, con sus bares elegantes y soleados. En el sentido contrario se llega hasta el estuario del antiguo río, hoy en día invadido por el agua del mar. El centro del pueblo es para disfrutar. El Passeig de S’Alamera está flanqueado por tiendas y cafeterías, y en la Calle Sant Vicent se encuentra por doquier el placer del paladar, restaurante tras restaurante. Sobre los tejados de la ciudad moderna se alza el origen de Santa Eulària, orgulloso y noble, en el Puig de Missa. Las casas tradicionales se unen a la iglesia fortificada para formar un enclave muy valioso de tradición, incluyendo también el Museo Etnológico, en una finca restaurada. Aquí la Ibiza de ayer está al alcance de los dedos: trajes tradicionales, artículos cotidianos de entonces, muebles y una vieja prensa de aceite que muestra cómo se solía obtener el aceite de oliva. Los amantes del arte disfrutarán del pequeño Museo Barrau, con pinturas de Laureà Barrau, un artista impresionista que vivió en Ibiza a comienzos del siglo XX. Los deportistas deberían tomar la carretera secundaria por la costa para volver a Eivissa. Pasarán junto al campo de golf de Roca Llisa, que cuenta con 25 hoyos. Antes de ello está Cala Llonga, lugar predilecto de bañistas por su ancha playa. Desde aquí se puede hacer un itinerario en barco, pasando por Santa Eulària hasta el paraíso de los turistas, Es Canar, donde semanalmente se celebra un enorme Mercadillo Hippy. La playa de Niu Blau destaca por su tranquilidad. Más al Norte está Sant Carles de Peralta, un pueblo rodeado de tranquilidad rural. Justo antes del pueblo se encuentra el legendario Las Dalias, hogar de muchas fiestas y mercadillos. Las tradiciones agrícolas de siglos pasados están preservadas en el Museo Es Trui de Can Andreu. Desde Sant Carles estrechas carreteras llevan a bahías rocosas, oasis de paz y tranquilidad, donde puedes incluso encontrarte completamente solo: Pou des Lleó, Cala Boix o Cala Mastella, todas ellas con sus antiguas casetas de pescadores, llamadas “varaderos”. Santa Gertrudis de Fruitera, un bonito pueblo en el corazón de la isla, también pertenece al municipio de Santa Eulària. Está rodeado de campos de frutales, como indica el sobrenombre “de Fruitera”. En el centro del pueblo sus abundantes cafeterías y restaurantes pueden seducirte a dejar pasar ahí las horas. Los amantes de la cultura también apreciarán Santa Gertrudis por sus subastas, galerías de arte y tiendas de antigüedades y artesanía. •